domingo, 10 de abril de 2011

Ocupaciones Varias VII - El porqué de los tres puntos suspensivos

La respuesta vino esta vez desde su interior. Aunque su creador hubiera dispuesto o deseado trazarle otro camino a Personaje, él en cualquier caso hubiera desobedecido. No era, en sí, un poder total de su razón, no podríamos decir que fue una decisión consciente de su cerebro. Apenas si conocía a aquella mujer alada y poco entendía su poder sobre él. Fue un fenómeno inesperado en el cual ese pequeño Personaje se fundió con el porqué, uniéndose allí con la razón de su existencia y, modificando así su propia esencia decidió entrar por la puerta blanca. “El porqué de los tres puntos suspensivos” se había planeado como final para esta historia pero como un momento epifánico Personaje se arrancó del papel y entró por aquel cuadrado. Su creador, atónito, entendió que esto estaba planeado desde el comienzo y que no hubiera podido hacer nada para evitarlo; entendió que todo lo que había pasado, las puertas, el árbol, aquella mujer, eran también sus vivencias y que las palabras dichas habían sido pronunciadas para él. Personaje había dejado de ser sólo Personaje y se insertaba como una pequeña pieza dentro de su existir.



Allí se encontraba Personaje con aquel cuadrado blanco a sus espaldas. De tres puntos suspensivos mucho se puede esperar; su creador lo había planeado como un comienzo que le diera una gran sabiduría, pero Personaje era pequeño y extrañaba a su mamá. No estaba acostumbrado a decidir y por ello su camino desde ese punto empezó pausado y lejano, dudaba siempre de su próximo paso por el normal y humano miedo a la equivocación, pero al mismo tiempo estaba feliz de haber emprendido un camino por decisión propia y más que todo porque ese camino evitaba su soledad. Aquella soledad ahora inexistente porque desde que había cruzado aquella puerta sentía que otra mano agarraba la suya.



No nos contó más de la historia. Desde aquel momento epifánico en el cual se sobrepusieron los sujetos nuestro papel se redujo al de narrador. Así, Personaje emprendió un recorrido por aquel camino que encontró allá, donde decidió entrar.



Las preguntas son ahora para Personaje, pero el narrador se detiene antes de hacerlas; aquel se aleja y al hacerlo se hace cada vez más pequeño. Está Personaje, ahora, muy lejos para escuchar. Su único consuelo es que sabe que volverá en algún momento a encontrarse frente a aquellas “varias puertas”, y cuando ese momento llegue podrá decirle aquello que hoy ha decidido callar.



(Fin parte sexta)

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