domingo, 22 de marzo de 2009

Cotidianidad V - C, A manera de final para la historia


Fue la última vez que vio a C.

Era la última vez que lo vería pero ella no lo sabía; aún así no lloró aunque tuvo ganas de hacerlo. Sintió como sus lágrimas salían y lo cerca que estuvieron de rodar por sus mejillas, pero se contuvo; podía sentirse de cualquier forma menos estúpida. No lo miró a lo ojos; es más, no lo miró en lo absoluto. Sólo escuchó su voz como un eco a lo lejos, no alcanzaba a entender las palabras pronunciadas, pero sabía que era C. quien le hablaba. Se mordió su labio inferior, costumbre que había adquirido hacía un tiempo cada vez que estaba nerviosa o triste, se guardó las manos en los bolsillos y se alejó. Mientras lo escuchaba a lo lejos recordaba los pensamientos que rondaban su mente el día del primer encuentro y, muy dentro suyo sabía que si lo hubiera conocido un poco más para ese momento todo hubiera sido diferente; se hubiera permitido más contacto y sin ningún remordimiento hubiera disfrutado de su calor. Se marchó poco a poco y en su mente veía el camino que dejaba atrás, un camino dibujado con minuciosos trazos, cada uno puesto después del otro con detalle.

Más adelante se sentó y soñó, su mente vagaba por recuerdos que no se relacionaban con C. Pensaba en aquellos libros que leyó alguna vez, que hablaban de sentimientos y sensaciones que ella quería producir, así como las había experimentado. Le envió un mensaje deseándole buen viaje, no quería decir nada más y no lo hizo, pero llenó ese par de palabras con un gran significado. Luego, se sentó a escribirle. Quería decirle que ella había entendido todo desde el principio pero que había dudado de que ello fuera cierto y que cuando dejó de dudar pretendió cambiar la certeza por medio de aquel actuar apresurado y poco preciso. No lo logró y por esto quería decirle adiós.

Comenzó su escrito con una frase con la cual hubiera querido terminarlo: “No es necesario decir nada más” y continuó “Por mi parte todo se ha dicho tal como se ha querido y he interpretado tu silencio como muestra de aquello que falta, la palabra no pronunciada es inexistente”. Pensó en aquella canción que hablaba de una hermosa despedida, recordó como esa canción había tomado significado cuando había querido despedirse, mucho tiempo atrás. Ahora carecía de total sentido pero al mismo tiempo recordó la canción de las palabras, aquella era la canción con la cual musicalizaría el momento actual. Siguió escribiéndole, haciendo lo posible por comunicarle todo lo que quería decirle; era claro que no lo conocía bien y que por ello no podía suponer nada, así que eso era precisamente lo que habría decidido hacer, “no es mi intención pedirte algo que ya te he pedido, ni pretendo que algo hagas, sólo estoy segura que no volveré a estar cerca y por eso quiero llenar todos mis vacíos con palabras que hagan menos insulsa la tarea que decidí emprender.”

Allí, frente al papel, busca decirlo todo para evitar volver a él. Está firmemente convencida de poder evitarlo, ignorarlo, no pensarlo. Indiscutiblemente está en lo cierto ahora que ya se aseguró de que a C. lo cubre un manto y que ella pronto va a estar cubierta por un manto similar, en ese momento cualquier necesidad imperante será inmediatamente suplida o condicionada pero tenida en cuenta para algo menos orgulloso. “volvemos a explicarlo todo mediante la filantropía” le escribió aún sabiendo que él no podía entender el verdadero significado que para ella tenía esa palabra.

Lloró tres días después, frente al escrito terminado. No estaba triste, solo pensaba en el resultado de la sinceridad apresurada e inevitable de sus actos que llevaba necesariamente a una reacción adversa a la que ella deseaba, o ¿era precisamente esa reacción la que buscaba? No sabía exactamente que quería lograr, a él le había dicho que tenía un propósito, algo lógico según sus actuaciones pero sólo lo había hecho para evitar reconocer que temía indagar en la razón de los impulsos que la habían llevado a buscarle. Era quizás en lo único que le había mentido. No entendía porque los seres humanos claman por un actuar sincero, directo y conciso pero no lo soportan, no son capaces de actuar conforme a eso. No son capaces de herir directamente y prefieren un dolor más sutil, una indeferencia que indique el camino a una verdad, a La Verdad. Pensaba en C. y en su forma de ser poco sutil que pretendía ser directa pero que a la vez huía de cualquier acercamiento propuesto por ella. Y pensaba en ella cuando pretendió que C. actuara como ella quería, cuando pensó que C era igual a X., cuando supuso que él directamente le diría que era hora de partir. Nada de eso sucedió probablemente debido a sus pensamientos de absoluto conocimiento, pero ella decidió culpar a C y llorar.

Cerró los ojos para buscar dejar la mente e blanco, para huir de los pensamientos que galopaban hacia ella y que le imponían la necesidad de suponer intuitivamente que diría C. cuando leyera sus letras. Una tarea inútil porque C. nunca decía nada. Él nunca entendió que el silencio es algo que hay que romper.

Declaraciones III - Lo que ella quisiera decirle a C.

Ella aún no siente que C. la entiende, puede ser debido a que él poco expresa o puede ser porque lo que ella quiere explicar solo lo entiende una persona en el mundo y claramente no es C.

Piensa en las muchas formas de explicarle todo lo que desea decirle y sin querer concluir que es difícil, lo vuelve a hacer, de nuevo.

Quiere decirle que ya no disfruta haber hecho las cosas al revés, aunque eso no sea del todo cierto, pero siempre quedará en ella la duda de saber si hubiera hecho todo como tenía que hacerlo, tiempo atrás, tendría ahora más certezas. Ella le atribuye esas dudas a ese sentimiento que nació hace días y que ahora es una constante cada vez que piensa en C.; pero es indudable que hacerlo todo en desorden es algo que disfruta porque esto da lugar a la sorpresa, se permite actuar sin un plan, el impulso, las reacciones, todo le genera placer y este es necesario para que se sienta libre por momentos.

Quiere decirle también que lamenta haberlo confundido con X., haber pensado que en ciertas cosas actuarían igual y más aún, que sus actos tuvieran ese fundamento. Ella piensa, ahora, que son muy diferentes y está segura que para este momento tendría mucho más de X de lo que tiene de C. porque, es necesario aclarar que, de C. no tiene nada. Ella ha decidido no ver las similitudes que tienen ambos, dejarlas a un lado y desistir de actuar como si C. fuera X; el problema de esto es que si ella no los hubiera confundido en un principio, jamás hubiera propiciado los momentos de contacto.

Quiere decirle que a veces confunde completamente la realidad y la fantasía. Eso hace que algunas veces ella pierda tanto tiempo en pensar lo que quiere decirle a C. que la misma imagen de él se desdibuja y ya no puede recordar ni que quiere de él, no como es, ni que decirle.

Piensa que quiere pedirle que le hable, como tantas veces se lo ha dicho ya. Quiere pedirle algo a cambio de lo que ella le da, pero piensa, también, que no puede pedirle nada, a cambio de algo que él nunca pidió, que ella ni siquiera sabe que desee. X. hubiera accedido a darle algo, aunque fuera solo por matar la curiosidad. C. no, porque para él eso significa perder demasiado por algo cercano a lo insignificante. Él sabe que de todas formas lo obtendrá, ya que está muy seguro que para ella es más importante comunicarle el significado de sus palabras, que lo que él pueda llegar a articular.

Desea que C. escuche una canción. La música es una perfecta forma de comunicar sentimientos, si se logran seleccionar cuidadosamente las frases y ella lo sabe. Le gustaría que C. lo supiera y que así mismo entendiera que nada acontece por azar. En cada una existe una frase. Ahora le gustaría que C. tuviera la canción que ella escucha para poder indicarle la frase exacta que encierra sus deseos. ¿Cuándo comienza el deseo? ¿Deja uno de desear lo que ya posee o lo desea aún más?

Cotidianidad IV - C, Impulsos casi mercurianos para el caos


Mientras ella esperaba guardo silencio. No fue algo conciente, sólo así sucedió. Quizás fue por que C. la empujo y ella sintió como si la golpeara, talvez fue ella misma la que dejó de necesitar. Todo fue circular porque su tiempo de silencio fue roto de nuevo con otro acercamiento propiciado y alimentado por lo bien que se siente darle gusto a la falta de razón. Fue su cotidianidad, la de él, que la llevó a ese rompimiento, no aquella compartida e inexistente, sino la que él decidió compartir con lo demás sujetos. Obviamente nunca pretendió creer que él fuera, en un tiempo-espacio sin antes y sin después; pero los únicos momentos en los que ella lo percibía no daban cuenta de la existencia de aquellos. Por eso saber que sin querer compartían algunas cosas (que ella pretendía ignorar) crearon un sentimiento desconocido en su interior, algo que no sabía como llamar, pero que logro hacer consiente la desaparición y la incitaron a aparecerse de nuevo, a acercase de nuevo a C.

Lograr un acto mercuriano es bastante complejo para ella y más aún con él. C, puede hacerlo simplemente, pero no logra facilitar el momento en el cual ella puede huir desencadenando una reacción. Ella siempre podrá huir de C., pero es necesario que ese hecho desencadene una consecuencia, por minúscula que sea, para que sea considerado un acto de ese elemento. De cualquier otra forma es simplemente un silencio.
El acto anterior, de ella, fue casi mercuriano, por haber sido casi inconsciente. Casi porque lo era, antes de que razonara los hechos compartidos, las personas, los lugares, el tiempo. Todo lo que lo que hacía necesario más contacto para que C. se pudiera alejar de eso y lograra verla; aunque en el fondo nunca pueda verla como ella quisiera, aunque hasta hoy no la haya visto.

Hoy quería oír su voz y hacerlo era quizás fácil para cualquiera, menos para ella. C, es algo difícil de definir, y aún más de poder predecir sus reacciones. Ella sabe que de él puede esperarse cualquier acto y siente que ya ha estirado mucho aquel fino hilo y que está a punto de romperse. No hay nada hasta hoy que pueda producirle cierta tranquilidad. La calma de saber qué le está permitido hacer, para no cruzar esa línea que la ha separado de ser aquello que no desea.

El sentimiento nuevo para ella, se hace ahora más fuerte. Como siempre tiene demasiadas preguntas, pero no se atreve a hacerlas, esta vez no por el hecho de saber que no va a obtener respuesta, sino porque aún se cuestiona si las preguntas tendrían alguna trascendencia en la forma de relacionarse con C., y aunque en el fondo sabe que esas respuestas podrían cambiarlo todo, aún se niega a dejarse llevar por algo que siente que ni siquiera puede nombrar. Si las respuestas fueran exactamente como ella quisiera que fueran no se dejaría llevar por la cotidianidad que él decide tener con los demás sujetos y que ella no quiere, definitivamente, pero a la que si desea acercarse, para al final poder tener un acto puramente mercuriano. Pero no lo son y ella lo sabe, allá donde decide esconder siempre la razón cuando se acerca a C., para poder pretender que se acerca.

Cuando sea el momento de responder las preguntas me avisas – Le dice y espera su respuesta. En realidad hoy tiene ganas de jugar, aunque C. nunca ha aceptado sus invitaciones a jugar o sus juegos.