domingo, 6 de abril de 2008

Vacío


Aún sigue en mí esa huella imborrable y oscura como la hora justo antes del amanecer. Estoy segura que no he recuperado lo que perdí ese día, simplemente aprendí a vivir con el vacío y por eso no lo sentía más. Era blanco, lo recuerdo, era en sí la ausencia del color. Era un vacío difícil por su propia decisión de no querer ser llenado con nada y de ser en sí mismo la nada que quiere transformarse en mi todo. En un momento, todo se vio lejano, ya no recordaba nada, ni siquiera los olores. Ahora me reconecte con ese vacío, o más bien él conmigo, para gritarme desde adentro que aún sigue ahí; que de nada sirven mis esfuerzos sobrehumanos para no divagar, para no volver a las flagelaciones. Me mostró su poder una tarde y no pude contener las lágrimas, volvieron los recuerdos, incluyendo los olores. De nuevo él carga conmigo ya que mis escasas fuerzas no alcanzan para cargar con él. Ya no es más una nada irreal, lo irreal es, ahora, lo que era sin él. Esos recuerdos de mí, que a veces me asaltan para recordarme que un día supe volar.

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