domingo, 10 de abril de 2011

Ocupaciones Varias VIII - De mi historia y de cómo ella se conecta con la tuya

Tal como estaba escrito volvió Personaje a ese gran “no sé cómo llamarlo” frente a las “varias puertas”. Circular, como a veces son los caminos, entró por la misma puerta por la cual salió; cuando decidió conocer aquellos tres puntos suspensivos. Estos que en algún momento variaron para ser una coma, un punto aparte, un punto y hasta en alguna que otra ocasión, algunos dos puntos. Volvió quizá por aquella casualidad de la que todos somos víctimas, o quizá por la curiosidad de aquella puerta que nunca visitó. Volvió porque así estaba escrito o por que el demiurgo que ahora controla los hilos de su vida lo creyó divertido. La razón no la sabremos, pero allí estaba de nuevo Personaje. Allí, aparentemente, quería estar. Miro de nuevo las “Varias Puertas” y recorrió los laberinticos caminos de la memoria egoísta seleccionando recuerdos de lo allí vivido. No sabemos que cruzó por su cabeza; alejado ahora de este narrador, no se tiene conocimiento alguno sobre sus pensamientos y sensaciones. Sólo relatando lo que allí sucedió, Personaje extrañó al árbol y a la mujer alada, aún después de todo ese tiempo guardaba recuerdos fraccionados de aquellos encuentros y recordaba partes de lo que fue su primer recorrido por allí.


Tocó aquella “varias puertas” blanca, la última por la cual entró. Se preguntó en voz alta - ¿qué pasaría si decidiera entrar de nuevo por ahí? – pero esta vez nadie respondió. Se sentía el vacío que deja el paso del tiempo, el silencio a modo de reproche y aquella desconfianza que sienten las cosas cuando decidimos volver. Personaje pasó su mano por las otras puertas pintándose de colores. No sabía si aquello había sido siempre así o misteriosamente todo se empezó a perder su color.


-¿Será que están vacíos estos lugares o será, por el contrario, que esperan a alguien más?- Silencio y más silencio fue la respuesta. Decidió recorrer aquel “no sé cómo llamarlo”, una y otra vez, algo confuso o asiduo de alguna respuesta. Nada diferente pasaba hasta que algo ocurrió. Fue una pequeña chispa, algún brillo casi imperceptible, casi inexistente que le recordó a nuestro personaje que por algún motivo él nunca había visitado aquel rectángulo verde.


Se paró en frente de él observándolo con detalle. Sus ojos recorrían aquel verde mezclado con un verde más claro, aquella forma que parecía haber sido más que una forma, un laberinto, un rombo, quizá un círculo, alguna perfecta figura. -¿Por qué verde?- se preguntó Personaje; una pregunta que en algún momento tuvo respuesta, pero que ahora carece de ella. Arriba de la “puerta” se leía: “De mi historia y de cómo ella se conecta con la tuya”.


La relatividad del tiempo no nos permite saber con precisión cuánto estuvo Personaje observando aquella “varias puertas”, ni tampoco podemos afirmar con exactitud alguna que pasaba por su cabeza. Esperábamos como él a que cualquier cosa sucediera. Estiró su mano y se acercó a ella, posándola en ese punto donde se pone una mano cuando se quiere abrir una puerta e intentó abrirla pero el rectángulo no cedió. En su lugar escuchó un suave carraspeo. – ¿Quién es?- preguntó, sin obtener más respuesta que ese continuo carraspeo. Cuando estaba poniéndose de pie, alguien le habló. –Voy a contarte una historia pequeño Personaje. Si estás de acuerdo en escucharla-. Personaje asintió y la voz empezó el relato…


Hace algún tiempo se conocieron dos sujetos. A falta de un mejor nombre los llamaremos chico y chica. Sin importar la razón, la vida de nuestros dos sujetos se encontró en algún paraje en un tiempo-espacio similar, y allí encontramos nuestro inicio. Aquel inicio entre chico y chica se desenvolvió dentro de una canción o varias, dentro de un beso o varios, dentro de algunas bonitas palabras. Chica encontró en chico una luz que le gustó, era de un color agradable y parecía siempre permanecer; por otro lado él encontró en ella un rincón donde sus palabras no hacían eco y eso le pareció encantador.


Un día, juntos en un lugar cualquiera, ella lo encontró diferente. Sintió que había algo que chico quería decirle pero al mismo tiempo algo lo detenía. Buscando animarlo le dijo: –las personas siempre se alejan- . – Guardo la esperanza que quieras quedarte, pero si debes partir, hazlo-. Chico intentó explicarse pero para ella las palabras eran innecesarias. –Sé que nada de esto es real. Todo se debe a la cobardía - continuó ella – Ya sabes, cuando no te es posible decir que no. Sé que me alejo de aquello que buscas y sé que mientes para no tenerlo que decir. La verdad no es menos cierta cuando se disfraza de cosas bonitas y por ello sobra cualquier justificación. Nunca hubo una ocasión, nunca hubo una puerta, de hecho me estoy preguntando si los actos fueron reales, si algo existió alguna vez.- Ella lloraba dándole la espalda, él nunca lo notó. Lo cierto es que nada es absoluto y siempre llega el momento de decir adiós.


Ya has escuchado la historia “de mi historia y de cómo ella se conecta con la tuya” concluyó la voz. No volvió a decir nada más.


Siendo este el fin de aquellos recorridos Personaje pensó que ya había llegado el momento de partir. Cuando le dio la espalda a las “varias puertas” vio algo que no había visto antes. Pudo observar, pequeño y a lo lejos, aquel rectángulo de colores llamado “puerta” por la que ingresó esa noche de búsqueda y camino.


Cuando salió por aquella puerta se encontró de nuevo en esa línea gris rodeado de pavimento y edificaciones, y por primera vez desde que entrara por ese rectángulo de colores Personaje se sintió solo. En su bolsillo halló un pedazo de papel que decía:


“Este es, ahora, el punto final”.

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