domingo, 3 de abril de 2011

Declaraciones IV - Algún semáforo en amarillo (Fragmento)


El problema en el dejarme ir al escribir un texto es precisamente que cuando dije que lo olvidaría no pensaba en convertirlo en algún recuerdo bonito, como hice con muchos otros; no pensaba nunca en dejarlo que permaneciera cerca de mí para que en algunas noches de insomnio viniera a reprocharme todo lo que prometí hacer y no hice o todo lo que cambié y que hizo que se fuera. Cuando dije que lo olvidaría pretendía, en cambio, hacer como si nunca, en absoluto hubiera ocurrido, como si mi vida nunca se hubiera cruzado con la suya en alguna noche fatídica de febrero, como si hubiera evitado amarlo por noches completas, unas tras otras. Como si aquellos momentos estuvieran en blanco, o fueran remplazados por recuerdos de niños corriendo en un parque, cometas en el cielo, cafés concurridos o cualquiera de esas imágenes, comunes, que se asemejan a las fotos de un portarretratos nuevo.

Cuando dije que lo olvidaría pretendía, por tanto, suprimir su recuerdo completamente.


Para logar el anterior propósito tenía, entonces que removerlo todo, todo, para poder engañar a mi cerebro y que ambos creyéramos que nos habíamos acabado de levantar y que aunque fue un letargo de varios meses, nada, además de la ficción de los sueños, había sucedido con nosotros. Dentro de lo que tenía que olvidar estaba como protagonista y pieza más importante a desaparecer los sentimientos o sensaciones producidas o generadas por él. Tenía que buscar en absolutamente cualquier parte y esta tarea no permitía ningún error que así mismo pudiera recordarme que él existió para mi.


Para que esto fuera el crimen perfecto debía también crear un sentimiento de repulsión. Todos nos vimos “Eternal sunshine of the spotless mind” y con mi tendencia al eterno retorno estaba casi segura que volvería a repetir la historia. Se me ocurrió dejar en mi recuerdo los sentimientos de ira y dolor pero todo sentimiento de ira por aquel que no nos quiere viene acompañado siempre por el desamor que alguna vez vino de un amor, y que nos deja por ende, en el mismo punto en el que empezamos.

1 comentario:

Walkiria dijo...

Podremos decir que finalmente hemos regresado... tal vez es "nuestro lugar en el mundo"... es hermoso lo que sucede... perderse para volverse a encontrar es un deleite cuando toma apenas unos cuantos meses de cada vida.